En estos tiempos de polarización y burricie de la opinión pública parece que sólo existen los extremos: aquellos que demonizan el capitalismo y la libertad de mercado (sobre todo cuando la disfrutan los demás) y los que, por el contrario, la idolatran y pretenden convencernos de que cualquier cosa puede ser objeto de compraventa, pues la ley de la oferta y demanda es la única que garantiza la perfecta asignación de recursos, riqueza y bienestar.

Pues bien, frente a la tesis de que todo puede ser objeto de comercio (hasta la gestación de un ser humano), cada cierto tiempo la actualidad viene a recordarnos que hay bienes y valores, dignos de protección, que hemos decidido que queden excluidos de los negocios, que se corrompen si los mercantilizamos. Y hasta algunos (como la amistad) que simplemente son imposibles de comprar o que pierden todo su valor si se pagan (como premios, galardones y reconocimientos).

Nuestro socio, Andrés Herzog explica en El Mundo cuáles son las repercusiones de la compra de votos y cómo afecta a los partidos políticos.

Leer artículo completo.

Share This