Sumario: “Los préstamos convertibles son flexibles, carecen de los formalismos que requiere una ampliación de capital y de los costes de notaría y registro mercantil”
Como consecuencia de la subida generalizada de los tipos de interés y el consecuente encarecimiento de la financiación en el actual escenario, muchas compañías de diferentes sectores se han visto obligadas a buscar alternativas a los instrumentos financieros tradicionales. Entre éstas, se encuentra el uso de figuras como son los préstamos convertibles o convertible notes, como se los conoce comúnmente.
Su uso como mecanismo para invertir y participar en el capital de una sociedad, y no como préstamo o crédito tradicional, ha tenido su auge en el ecosistema startup, donde la propia empresa y los diferentes inversores (business angels o fondos de venture capital, entre otros) buscan un procedimiento de entrada de inversión rápido, sencillo y que, de alguna forma, implique cierta ‘seguridad’ para estos últimos.
Ahora bien, los préstamos convertibles implican, en cierta medida, el establecimiento de dos negocios jurídicos. Por un lado, el simple préstamo, el cual ha de ser repagado en un plazo junto a unos intereses. Y, por otro lado, el negocio jurídico, por el cual el importe del principal entregado (más los intereses, si así se ha pactado) es capitalizado, resolviendo o extinguiendo el contrato de préstamo y pasando el prestamista a recibir participaciones o acciones de la sociedad, convirtiéndose en socio de la misma en el denominado como ‘evento de conversión’.
Es importante, destacar la necesidad de regular el evento de conversión de forma detallada en el contrato de préstamo convertible, dado que de su regulación surgen los derechos y deberes de las partes durante la vigencia del mismo.
La principal ventaja de los préstamos convertibles como instrumento de financiación es su flexibilidad. Carecen de los formalismos que requiere una ampliación de capital, así como de los costes de notaría y registro mercantil. Los préstamos convertibles son un tipo contrato atípico que permite a las partes pactar cualquier condición que complemente el marco jurídico de este tipo de inversión.
Es necesario tener en cuenta, eso sí, que el prestamista no tendrá ningún derecho sobre la sociedad, bien se trate de derechos económicos o de voto, hasta el momento en que se lleve a cabo el evento de conversión. Resulta aconsejable, en todo caso, que, junto al préstamo convertible, se negocien al menos las condiciones básicas de un futuro pacto de socios, de manera que se ofrezca certidumbre al inversor sobre las condiciones que resultarán aplicables a los futuros socios. Asimismo, a efectos contables y al tratarse de un préstamo, figura en el balance de la compañía como deuda.
Ahora bien, desde la industria de venture capital de Estados Unidos ha aparecido otro instrumento de inversión alternativa: los Acuerdos Simplificados sobre Acciones Futuras o SAFE, por sus siglas en inglés (Simple Agreement for Future Equity), uno de los mecanismos de inversión en startups más utilizados en la actualidad.
Mediante el SAFE, se pretende que las partes ahorren tiempo, evitando largas negociaciones y costes asociados. En cuanto a la conversión, conforme a su modelo, está sujeta a la condición suspensiva de que ocurra una ronda de inversión cuando la startup tenga una valoración real del mercado.
Además de la condición suspensiva, el SAFE está vigente hasta que se cumpla la condición para la conversión a acciones ordinarias del inversor, se devuelva la inversión o cualquier otra cantidad acordada si se da un cambio de control o eventos de liquidez, o si se disuelve y liquida la startup. Todo ello, adaptándose a la legislación española.
Desde el punto de vista de la startup, el SAFE puede ser un instrumento atractivo, toda vez que se parte de un contrato modelo muy sencillo, que no es objeto de negociación, y no requiere realizar un aumento de capital ni pagar intereses sobre la inversión recibida. Del lado del inversor, en la medida en que la startup sea exitosa, este puede recibir un retorno significativo con relación a su aportación inicial.
Ahora bien, el inversor ha de asumir una serie de posibles riesgos. Existe la posibilidad de que el inversor pierda su inversión, si bien el inversor tiene derecho a recibir acciones en el futuro, cuando la startup tenga una valoración real de mercado, hasta entonces, no percibirá intereses ni tendrá derecho de voto en la “startup”.
Artículo de David Yatskiv, associado de Fourlaw Abogados, publicado en Capital.
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