El 26 de septiembre, con la entrada en vigor de la nueva Ley Concursal, se produjo una reforma que supuso un antes y un después para el derecho preconcursal. La anterior regulación tenía poco recorrido práctico, pues más bien el preconcurso era utilizado por las empresas para protegerse de eventuales responsabilidades y ganar tiempo antes de llegar al temido concurso de acreedores, por lo que esa posible negociación era prácticamente inexistente.

Lo que se pretende ahora es darle un verdadero sentido práctico al preconcurso, ofreciendo soluciones previas que eviten que las empresas económicamente viables puedan seguir con su actividad y evitar llegar al concurso, que en más del 90% de los casos termina en liquidación.

Nuestra abogada Lidia Castro analiza en Cinco Días la utilidad del nuevo preconcurso para superar una situación económica comprometida.
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